jueves, 15 de abril de 2010

Los impulsos

Los impulsos “El secreto para la educación y el entrenamiento, está en el adecuado reconocimiento y utilización de los impulsos presentes” Max von Stephanitz. Sabias palabras del creador de la raza pastor alemán, que permanecen vigentes aun hoy en día. Un perro no piensa en la forma en que lo hacemos los humanos. La conducta del perro está dictada por sus “impulsos”, experiencias individuales y “recuerdos” de entrenamiento, si es que lo tiene. El ejemplo más claro de la conducta dictada por los impulsos, es la conducta maternal. En el momento del parto, la hembra no tiene junto una “partera” experimentada que le ayude o que le diga que tiene que hacer para cortar el cordón umbilical o para abrir la bolsa, ni le explica que debe masajear a sus cachorros para que comiencen a respirar, o a darles de comer. Nadie la obliga tampoco a permanecer largos periodos de tiempo con ellos amamantándolos, o dándoles masaje y calor. Los que hemos visto este espectáculo podemos afirmar que la perra, dada su expresión, está feliz y esta felicidad viene por la satisfacción de este impulso natural. Todo esto es un dictado de la naturaleza que no requiere de aprendizaje o de ensayos previos para adquirir practica. Es probable que antes del parto, la perra haya comenzado a hacer agujeros en nuestro jardín preparando su cueva o madriguera para ahí tener a sus hijos, ante nuestro disgusto. El cual parece no importarle. Desde luego existen buenas y malas madres. Estas últimas tienen diluido su impulso maternal y no van a poder cumplir son su papel en la preservación de la especie, a menos claro, que intervenga el hombre, y crié una camada que en el estado natural no hubiera sobrevivido. El perro también aprende a través de la experiencia por ejemplo, a un perro que se le acerca a una abeja que está en el piso y es picado por ella. Aprenderá que a este bicho hay que tenerle cuidado y lo aprendió de la manera difícil, como diríamos los humanos. De manera que cuando vemos a un perro alejarse de esto insectos, decimos que perro tan listo, y no se nos ocurre pensar que nadie les explico. Podemos ver a otro perro que ha sido picado varias veces, y decimos que es tonto pues no entiende que es peligroso, pero aquí entra en juego el famoso término “dureza” del que hablamos anteriormente. No es que uno sea más tonto y el otro más listo, simplemente que a uno le afecto en, mayor proporción el piquete que al otro y, por lo tanto, le cayó más rápidamente el veinte. Finalmente tenemos los recuerdos de entrenamiento. El entrenamiento puede cancelar la ocurrencia de una actitud instintiva o puede modificarla, ya sea aumentándolo o disminuyéndola. Por ejemplo, a través de un echado quieto podemos evitar que nuestro perro se ponga a jugar con los perros de su alrededor, o a imponer su dominio sobre el macho de junto. O podemos hacer que rehusé un apetitoso filete que se encuentre tirado fuera de su plato, o sea, impedimos que se manifieste ciertas conductas. Podemos también aumentarlas, por ejemplo, en el caso de un perro desconfiado, hacerlo todavía más para que nos avise con más rapidez de la presencia de extraños; o a ese mismo perro desconfiado, reducir esa desconfianza a través de una socialización adecuada aunque nunca la haremos desaparecer por completo, ya que está en la naturaleza del perro en cuestión. Un perro es capaz de dos tipos básicos de aprendizaje. Puede aprender emociones, en otras palabras “modos” de impulso y reacciones involuntarias (condicionamiento clásico), y puede también aprender a llevar a cabo tareas simples (condicionamiento instrumental).


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